Biografía por Richard Montenegro
Nace en Caracas en 1945. Es de formación
universitaria periodista, de profesión diseñador y de vocación artista
plástico. Desde 1991 se dedicó a recorrer y estudiar, primero, la zona de
Paraguaná y, seguidamente, se dirigió al otro extremo del país, a la región
sur.
El Amazonas es para Irazábal un campo de
trabajo. Pocos artistas logran establecer nexos con tanta seriedad como él lo
hecho (antecedentes dignos de citarse serían Régulo y Pujol). Más que el
paisaje inmediato y evidente, Irazábal se interesa por el acontecimiento
cultural que esa región implica. En lo sucesivo, todas sus exposiciones estarán
compenetradas con el mundo de Amazonas.
Realizó estudios de arte en Caracas y en
Nueva York. Desde 1967 ha mostrado su obra en diversas exposiciones individuales
y colectivas en Venezuela, Bulgaria, Colombia, Polonia, Cuba y Estados Unidos.
A lo largo de su trayectoria artística ha recibido diversos premios y
recompensas. Está representado en colecciones públicas y privadas nacionales e
internacionales.
Artista plástico y
diseñador gráfico venezolano, que utiliza en su obra el dibujo, el collage, los
ensamblajes y el diseño gráfico. Integra y recompone fragmentos y cosas
desechables. Su técnica va desde el óleo hasta el recurso digital, dejando una
suerte de escritura como manifestación artística. Su interés temático son las
formas de expresión de las culturas de las etnias indígenas venezolanas. En
1994 presenta su muestra individual Amazonia, signos sensibles, en la Sala RG
de la Fundación Celarg. En 2001 representa a Venezuela en la Bienal de Venecia.
Premio Nacional de Artes Plásticas, 1999. Con representación en: Museo de
Bellas Artes, Museo de Arte Contemporáneo, Galería de Arte Nacional, Museo
Alejandro Otero, Museo Jacobo Borges y Fundación Celarg.
Cursó estudios de arte en Caracas y Nueva
York. No se niega a la utilización de ningún recurso, sea tradicional o de
última tecnología para generar un efecto en el espectador Víctor Hugo Irazábal
desde el año 1967 ha paseado su obra por países como Alemania, Venezuela,
Bulgaria, Brasil, Colombia, Cuba, Polonia, y Estados Unidos, mostrándola en
diferentes exposiciones individuales y colectivas.
Su labor ha sido reconocida en diversas
ocasiones obteniendo los siguientes galardones el Premio Arturo Michelena (1990),
Primer Premio Salón Nacional de Pintura Homenaje a Armando Reverón (1989),
Premio Small Works (1984) y el Premio Nacional de Artes Plásticas en1999.
En el 2001 representó a Venezuela con una
muestra llamada “Shapori” en la Bienal de Venecia. Su obra está representada en
diversos museos como el Museo de Bellas Artes, Museo de Arte Contemporáneo,
Galería de Arte Nacional, Museo Alejandro Otero, Museo Jacobo Borges y
Fundación Celarg.
Trabajó como diagramador de la revista
Bohemia en el Bloque de Armas. En el decenio de los ochentas sus collages
poblaron las páginas de Feriado y Papel Literario donde buscaba que el
significado y lo icónico se ensamblaran como una especie de Lego. Esta práctica
la trasladó luego al periódico Economía Hoy.
En 1966 se hace parte del Taller Experimental de Arte que fue organizado por Víctor Valera acompañado por Santiago Pol, Elsa Gramcko, Jaime Valencia, Wladimir Zabaleta, Andrés Salazar y Oscar Vázquez entre otros.
En 1966 se hace parte del Taller
Experimental de Arte que fue organizado por Víctor Valera acompañado por
Santiago Pol, Elsa Gramcko, Jaime Valencia, Wladimir Zabaleta, Andrés Salazar y
Oscar Vázquez entre otros.
Al desaparecer el Taller Experimental de
Arte conforma junto con Santiago Pol y Oscar Vásquez el Taller Doce. Ubicado en
el centro de Caracas, en un pequeño espacio del Teatro Capitolio, un cine
venido a menos que proyectaba Cine Erótico, allí buscaron conjugar el diseño,
política y arte. Posteriormente, gracias a una invitación de Miguel Otero
Silva, el Taller Doce se muda al Ateneo de Caracas y se suman al colectivo
Marcos Vásquez (hermano de Oscar) y Octavio Ruso. Como contraprestación ellos
se dedicarían a crear el diseño gráfico de la programación del Ateneo. El
Taller Doce persiste hasta el momento que demuelen el viejo edificio del
ateneo.
En los años ochenta junto con el Grupo
ContraCorriente elaboran el proyecto el “Paquete Erótico. Fragmentos de la
memoria erótica de Venezuela” que buscaba recoger, preservar y catalogar la
memoria erótica venezolana desde las manifestaciones culturales “oficiales” de
escritores, pintores y escultores hasta los chistes y pintas o grafittis que
pueblan nuestros baños públicos.
Este coctel molotov que tenía un costo de
350 Bs. y un peso de 5 Kg. estaba formado por unas trescientas hojas
multigrafiadas que contenían obras de Vasco Szinetar, Antonio Lazo, Guillermo
Sojo, Octavio Russo, José Vilela, Eneko, Pedro León Zapata, Aníbal Ortizpozo,
Jacobo Borges, Perán Erminy, Guillermo Abdala, Oscar Vásquez, Gilberto Ramírez,
Salvador Garmendia, Gabriel Jiménez Emán, Armando José Sequera, Denzil Romero,
Chevige Guayke, Rafael Cadenas, Juan Calzadilla, William Osuna, Juan Liscano,
Antonio Urdaneta, José Lira Sosa, Alfredo Chacón, Miguel Márquez, Yolanda
Pantin, Armando Rojas Guardia, Nelson Boscán, Laura Antillano, Cósimo
Mandrillo, Cecilia Ortiz, Rubén Monasterios, Matilde Daviu, Amparo Alzate,
Ángel Miguel Queremel, Josefóscar Ochoa, Carlos Borges, Carlos Contramaestre,
Andrés Athilano y por supuesto de Víctor Hugo Irazabal.
A principios de los años setenta Víctor
Hugo Irazabal irrumpe de manera fortuita en el humorismo gráfico. De esa época
es su exposición individual “Humor Negro, Humor Vítreo” y la exposición
colectiva “Mamita tápame que tengo frío”.
Obra sin titulo.1969
La exposición “Humor Negro, Humor Vítreo”
cuyo montaje y afiche hicieron Oscar Vásquez y Santiago Pol se realizó en la
Galería Helena Pablo. Y como cosa curiosa para hacer que la gente disfrutara de
la exposición se ofreció en la entrada el servicio de un quiromántico, si
alguien quería que le leyesen el futuro en su mano tenía que ir a buscar un
cambur al lugar más lejano de la Galería y que debía ser entregado al místico a
manera de trueque. Al hacer esto se garantizaba que el público viese la muestra
y a final de cuentas la transacción era más que provechosa: El futuro por un
cambur.

En palabras de Santiago Pol la exposición
“Mamita tápame que tengo frío”: “Fue una muestra de arte figurativo iconoclasta
y experimental donde se mezclaba lo surrealista y expresionista, con un tono de
humor negro y sarcasmo”
Después de estas exposiciones Pedro León
Zapata lo anima a participar en las páginas de esa recordada publicación
llamada el “Sádico Ilustrado”. Sus historietas y caricaturas juegan con el
razonado desarreglo de los significados de los objetos procurando imprimirles
el aura de lo absurdo.

Aunque desde pequeño tuvo contacto con lo
rural y lo natural, ya que pasó parte de su niñez en el Delta del Orinoco, los
Andes y los Llanos es en el decenio de los ochenta cuando Víctor Hugo Irazábal
en Paraguaná, estado Falcón culmina en ese verde feraz que inunda las tierras
del estado Amazonas. En esta búsqueda trata de lograr que diversos elementos,
lo urbano y criollo representado por él y lo ancestral representado por lo
indígena y selvático, confluyan permitiendo así tener acceso a un nivel
desconocido de la realidad aparente. Es curioso resaltar que en el año 1989 la
exposición “Amazonas” se inaugura al mediodía del 27 de Febrero comienza un
estudio del espacio cultural y geográfico venezolano.
Como ya hemos visto su obra actualmente
muestra esa convivencia de elementos diversos en un ecosistema artístico que
busca la armonía. Pero quien mejor que él para decir lo que busca:
"No se trata de copiar un trozo de la realidad natural al estilo de
los artistas románticos, sino de conectarnos con el sistema armónico de
resonancias del medio que nos rodea, descubrir las cualidades psíquicas, los
rasgos esenciales, la conmoción infinita, la profundidad insondable del
escenario natural y del hombre que lo habita".
Irazábal, Víctor Hugo. Amazonia. Apuntes de
la inmensidad. Fundación Polar, Caracas, 1996. pp 46.
“Yo concebí Shapori como un ecosistema donde todo tiene relación con todo. Este concepto surge un poco de ciertas lecturas de textos taoístas, en las que se plantea desde un punto de vista social. Anteriormente, yo separaba al diseñador del artista, del comunicador. Entonces me pregunté: ¿por qué no ponerlos a interactuar?, ¿por qué no poner a dialogar sistemas antagónicos? Un ecosistema es la convivencia de la diversidad. En esa convivencia con la diversidad comenzó a interactuar mi experiencia como ser urbano. No me puedo desdoblar en un primitivo porque no lo soy, ya estaba contaminado con lo urbano, y decidí poner a convivir esas dos realidades”
“Nunca he tratado de desvincular mi obra, aunque no me inmiscuya directamente, del acontecer social político. Si el artista es un pensador de la realidad, la realidad tiene que afectarle de una u otra manera. El artista no debe desvincularse del compromiso social y tiene que asumir posiciones frente a la realidad nacional. Si bien mis compromisos no son de tipo militante, son de tipo social, algo que tiene que ver con la conciencia de un ciudadano que piensa en un país mucho mejor, un país donde existan menos diferencias y menos divisiones que nos llevan a reconocernos en los extremos. El artista no está en capacidad de cambiar una sociedad, pero a través de su forma de expresarse contribuye con la creación de una conciencia nacional.”
Fragmentos de la Entrevista hecha por la
periodista Iralis Fragiel a Víctor Hugo Irazabal para el diario El Universal.
El Nº 16 Año VI .Caracas, sábado 19 de octubre de 2002. “Víctor Hugo Irazabal:
tras las huellas de cultura indígena”
Obras Victor Hugo Irazabal
Cartel Cristo Astronauta. Ateneo de Caracas, 1972
"Amazonia, Signos sensibles", en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Caracas, Venezuela, 1994




Shapori 2001 Caracas, Venezuela
Desde el año 2007 un mural de su autoría
titulado "Entramados", engalana el Distribuidor Altamira, en el
municipio Chacao. Este mural forma parte de la iniciativa municipal llamada
"Del Museo a la Calle", que busca mostrar en diferentes sitios públicos
un conjunto de murales realizados por los más importantes exponentes de las
artes visuales de Venezuela.
Este mural conjuga una vibrante gama de
colores como los azules, verdes naranjas, y rojos y a lo largo de 2300 metros
cuadrados conviven las tramas del tejido indígena, que ha estudiado por largo
tiempo, como también el tejido de los palmeros de Chacao y los aportes
cromáticos de las banderas de las diversas colonias extranjeras que hacen vida
en esta comunidad. Este mural no es más que un crisol cromático que ensalza el
mestizaje.
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