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Quiero hacer con estos trabajos una
referencia de lo que a través de mucho tiempo hemos vivido y nos ha
mantenido como circunstancia de nuestra historia en un mundo de
realidades que pueden tener otros mundos de ficción, pero ante todo una
gran realidad, una realidad que se cumple a partir de esos perfiles que
el poder va teniendo y que en nosotros tuvo sus particularidades, así
como en toda América Latina. Donde se presentan conductas parecidas, que
aunque con sus diferencias igual todas se complementan y conforman un
mundo en el que se crean personajes que van enriqueciendo la narrativa,
la tradición, el cuento, la pintura, la escultura, la gráfica, el cine y
la novela; que han tenido como revelaciones muchas circunstancias
ilustrativas, desde lo metafísico y lo mágico hasta lo real maravilloso.
A partir de esta experiencia quiero mostrar una extensión de mi dibujo,
de aquellos dibujos que comenzaron con la plumilla, el rapidograf, el
marcador y siguieron con el pincel, los hisopos, las aguadas, el color,
el blanco, el negro y los grises; confluyendo todo ello en el dibujo a
partir de la tijera, creando formas, figuras, personajes, ambientes y
lugares. Recreando distintos hechos plásticos y definiendo una nueva
manera de producir el hecho gráfico.
Estos recortes, estos personajes a los cuales no me importa si en un momento determinado se les llama muñecos y que pueden tener una capacidad de darnos elocuencias y de incentivarnos a encontrarnos con todas las cosas que puedan estar en nuestras costumbres y en nuestros humores. Más allá de todo un momento de cercanía cuando recordamos que leímos a Roa Basto, Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Miguel Otero Silva, Rómulo Gallegos, Miguel Ángel Asturias, Arturo Uslar Pietri y a otros escritores latinoamericanos que trataron personajes de este tipo en la literatura y desde los recuerdos del Tirano Bandera que en España nos asomó Don Ramón del Valle Inclán. En todo esto está lo sagrado, lo ritual, lo heroico, la exaltación y la adulancia, todos haciendo una coreografía de títulos y entremeses para la mecedora, para la hamaca, para el chinchorro que va de un lado a otro y allí la sonrisa del pérfido señor de los señores, con estrellas, con condecoraciones y con flora y fauna y todo olor a humos de veneración. Cintas, rayos de luz, pelucas, sombreros, cachuchas, todo eso adorna la cabeza del alabado, todo eso hace posible la creación de lo sagrado para la sumisión, lo sagrado para la adoración, lo sagrado para reiterar el espíritu de inmarcesible, así mismo son las cosas que entran en ese juego que hemos visto a través de la leyenda, de la historia, de las cosas y que se hace siempre literatura y juego de los valores para conformarnos códigos particulares, que quedan en la memoria y estimulan los afectos, las sensibilidades y el juego de lo intuitivo, de lo ignoto, de lo incomprensible; por ser algo que va más allá de los momentos hechos por el tiempo válido y juegan a la perversidad de las cosas reales.
Todo este trabajo se digitalizó para exponerlos en el mundo virtual a través de las redes sociales y la autopista de la información.
Estos recortes, estos personajes a los cuales no me importa si en un momento determinado se les llama muñecos y que pueden tener una capacidad de darnos elocuencias y de incentivarnos a encontrarnos con todas las cosas que puedan estar en nuestras costumbres y en nuestros humores. Más allá de todo un momento de cercanía cuando recordamos que leímos a Roa Basto, Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Miguel Otero Silva, Rómulo Gallegos, Miguel Ángel Asturias, Arturo Uslar Pietri y a otros escritores latinoamericanos que trataron personajes de este tipo en la literatura y desde los recuerdos del Tirano Bandera que en España nos asomó Don Ramón del Valle Inclán. En todo esto está lo sagrado, lo ritual, lo heroico, la exaltación y la adulancia, todos haciendo una coreografía de títulos y entremeses para la mecedora, para la hamaca, para el chinchorro que va de un lado a otro y allí la sonrisa del pérfido señor de los señores, con estrellas, con condecoraciones y con flora y fauna y todo olor a humos de veneración. Cintas, rayos de luz, pelucas, sombreros, cachuchas, todo eso adorna la cabeza del alabado, todo eso hace posible la creación de lo sagrado para la sumisión, lo sagrado para la adoración, lo sagrado para reiterar el espíritu de inmarcesible, así mismo son las cosas que entran en ese juego que hemos visto a través de la leyenda, de la historia, de las cosas y que se hace siempre literatura y juego de los valores para conformarnos códigos particulares, que quedan en la memoria y estimulan los afectos, las sensibilidades y el juego de lo intuitivo, de lo ignoto, de lo incomprensible; por ser algo que va más allá de los momentos hechos por el tiempo válido y juegan a la perversidad de las cosas reales.
Todo este trabajo se digitalizó para exponerlos en el mundo virtual a través de las redes sociales y la autopista de la información.
OFICIO PURO• ESPACIO DE TV DONDE DESCUBRIMOS A UN PERSONAJE A TRAVES DE LA SINGULARIDAD DE SU TRABAJO
Este
capitulo descubrimos el trabajo de el escultor guillermo abdala
profesor de la escuela de artes plasticas cristobal rojas y la unearte
armando reveron
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Biografía
Escultor y dibujante. En 1968 inicia sus estudios en la
Escuela Cristóbal Rojas, hasta 1979, donde tuvo como maestros en escultura a
Juan Jaén y Biaggio Campanella. Desde sus comienzos su obra escultórica estuvo
comprometida con la búsqueda antropológica del hombre latinoamericano,
indagación que lo orientó a explorar el mundo del mito, la leyenda y la magia
americana. Entre 1975 y 1978 fue secretario de la comunidad educativa de la
Escuela Cristóbal Rojas. En la década de los setenta formó parte de diversos
grupos artísticos: Azinmaca, Concreto, Contracorriente, Colectivo Experimental
Urbano y El Búho que Masca Chimó (con Aníbal García, Javier Level y Jorge
Salas), este último, de gran actividad a finales de la década de 1970 y
comienzos de la siguiente.
Entre 1973 y 1977 participa en el Salón Nacional de Jóvenes
Artistas, en el último de los cuales obtiene una bolsa de trabajo en la sección
de dibujos y obras no tradicionales. Asimismo es incluido en el Salón Arturo
Michelena en sus ediciones XXXIII, XXXV y XLIV (1975, 1977 y 1986,
respectivamente). En 1979 participa en "Dibujos actuales" (Concejo
Municipal del Distrito Federal, Caracas) junto con Víctor Hugo Irazábal,
Ricardo Benaím y Patricia van Dalen, entre otros. Fue presidente de la AVAP,
sección Anzoátegui, desde 1983 hasta 1986. Entre 1979 y 1989, paralelamente a
su trabajo como escultor, prosigue su investigación en el dibujo. En esta época
produce su serie Mandingo, donde usó como tópico los mundos sinuosos de la
selva así como el elemento mágico-religioso del Caribe. "Pretendo dibujar
con una elaboración que no mate la espontaneidad, que afloren líneas nerviosas
y automáticas, pero sin efectismos ni otros recursos que no sea la misma
línea" (Abdala, 1987). En 1982 expone 12 piezas (vaciados en granito y
tallas en madera) en la Galería Armando Reverón de Barcelona (Edo. Anzoátegui);
en 1983, junto a Alberto Asprino, Pedro Terán y Fabiola Sequera, entre otros,
formó parte de "Materia y espacio" (Sala CANTV) con El treno I, pieza
escultórica realizada en técnica mixta, metal y plástico (221 x 60 x 129 cm).
También en este año expone en la Sala Ocre y en el Aeropuerto Internacional
José Antonio Anzoátegui (Barcelona, Edo. Anzoátegui) su serie de dibujos En
busca de los pasos perdidos para Carpentier, visiones sobre la novela del autor
cubano donde se manifiesta un juego cíclico de 28 imágenes, realizadas en tinta
china, cuya densidad genera una organización de signos en la cual el sentido se
desplaza entre las intersecciones de lo histórico y lo fabuloso. En la década
de los noventa ha participado en colectivas como el "Encuentro
Latinoamericano de Gráfica" (MAVAO, 1991); XVIII Salón Aragua (MACMMA,
1993); V y VI Bienal Nacional de Dibujo Fundarte (MAVAO); I y II Bienal
Francisco Narváez, y V, VI y VII Bienal TAGA. En 1994, con "De lo sagrado
a lo psíquico" (Galería Tito Salas), muestra un conjunto de dibujos y
esculturas, entre las cuales destacan En busca de mi ciudad perdida, Altar de
sacrificios, Arbustos sagrados y Alucinaciones (todas realizadas en piedra
artificial), en medio de una ambientación sonora, en la que se escuchaba la voz
de una narradora que relataba historias escritas por el artista.
En toda su obra, Abdala ha investigado la historia y la
parte enigmática de las cosas. Aunque es tallista virtuoso, su material
predilecto es el vaciado en piedra artificial, con el que logra texturas y
reminiscencias particulares. Sobre este aspecto Eduardo Planchart Licea comenta
que el artista "encofra sus esculturas en rectángulos de madera para darles
un límite perceptual", definiendo en su trayectoria una primera etapa —de
obras con estructuras verticales— en la que se sugerían fragmentos de la
anatomía humana, como rótulas, húmeros o dedos que se disfrazaban de muro,
techos o estructuras salientes hasta crear un clima de "exacerbación
arqueológica", y etapas posteriores —de composiciones horizontales— donde
el artista crea estructuras orgánicas semejantes a pasadizos, oquedades, muros
o rampas a manera de ciudades. Agrega Planchart Licea que en piezas como
Pedazos de cemento usa el molde para involucrar la visión de un volumen en
negativo (1998, pp. 51-52). Docente desde 1976, Abdala dió clases en
el IUESAPAR. La GAN posee de Abdala la representativa pieza En busca de mi
ciudad perdida (vaciado en piedra artificial, 1987).
Exposiciones individuales
1982 "Esculturas de Guillermo Abdala", Galería
Armando Reverón, Barcelona, Edo. Anzoátegui 1983 "En busca de los pasos
perdidos para Carpentier", Aeropuerto Internacional José Antonio
Anzoátegui, Barcelona, Edo. Anzoátegui / "En busca de los pasos perdidos
para Carpentier", Sala Ocre, Caracas 1987 "Mandingo y otros seres en
el reino de Guillermo Abdala", Asamblea Legislativa del Estado Anzoátegui,
Barcelona 1988 "Mandingo y otros seres del reino", Estación Bellas
Artes, Metro de Caracas / "Mandingo en La Colmena", Taller La
Colmena, Maracay 1993 "El laberinto de la geografía", Sala de
Exposiciones, Alcaldía de Caicara del Orinoco, Edo. Bolívar 1994 "De lo
sagrado a lo psíquico", Galería Tito Salas 1996 "Ámbitos",
Núcleo del Litoral, USB, Naiguatá, Edo. Vargas 1998 "Lugares", Casa
de la Cultura, Caripe, Edo. Monagas 1999 "Cuatro ficciones sobre el
espacio", IUESAPAR 2001 "Vivimos en las futuras ruinas de la
humanidad", IUESAPAR.
Premios
1977 Bolsa de trabajo, V Salón Nacional de Jóvenes Artistas,
Caracas
1988 Mención de honor, V Bienal TAGA
1992 Segundo premio, VII Bienal TAGA
2000 Premio Distrital de las Artes Plásticas Pedro Ángel
González, Gobernación del Distrito Federal
Colecciones
Ateneo de Valencia, Edo. Carabobo / GAN / MACCSI / MBA /
Museo de Bellas Artes, San Juan de Puerto Rico / Museo de Bellas Artes, Santo
Domingo / Museo de Ciudad Bolívar / Museo Soto
Fuentes
Abdala, Guillermo.
"El dibujo es la otra cara de la escultura". En: El Universal.
Caracas, 22 de abril de 1987.
Cinap, A 84.
Planchart Licea,
Eduardo. El arte del cemento en el Caribe. Caracas: Cementos Caribe, 1998.
La escultura, para Guillermo Abdala, es sinónima de tocar,
acariciar, dejar correr la mano por la figura, por el entorno, por el peraltaje
de las curvas y las líneas, como una manera de suplir la incapacidad de la
visión que lo viene acogotando desde hace algún tiempo y que ha desarrollado su
sentido del tacto.
Este hombre de la Caracas que se transformó en avenidas,
túneles, monumentos, metro, colas, contaminación, Parque Central, torres de El
Silencio y muchas obras más, sintió nostalgia y quiso plasmar en su obra toda
esa sensación de frustración y de esperanza que sufre un pueblo cuando ve su
ciudad transformarse por el vaciado de concreto armado.
Por ello se paseó por diferentes materiales, percibiendo que
ninguno de ellos representaba ese sentimiento de revolución interior que le
convulsionaba el sentido. La madera era muy suave, el mármol, muy lujoso, el
hierro, muy engorroso, hasta que llegó al cemento, el mismo que respiró en
grandes cantidades cuando era estudiante de la Escuela de Artes Cristóbal Rojas
y debía estar allí mientras construían las torres de Parque Central.
En el cemento encontró el material idóneo para trabajar.
Tenía el acabado displicente de lo rústico, podía figurar el desgaste del
tiempo y del mal uso, además de representar las nuevas arquitecturas y la
aridez de los nuevos conceptos.
Fuente: Patria Grande
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